jueves, 8 de mayo de 2008

La Historia que me gustaría leer.

Este es un pequeño fragmento de una narración que he empezado.

La historia que me gustaría leer o ¿Podría sobrevivir este mundo canijo sin los pendejos? Algunos piensan que no.

Para algunos solo hay dos tipos de personas: los chingones y los pendejos, y dentro de este tipo de gente que vive y practica esta creencia de división social, existe aun una variable mas radical que son los que piensan que el mundo se divide en dos: los pendejos y yo.

Creerás que es choro, pero esas personas existen. No se qué diría Freud al respecto, ni creo que sirva su opinión; total debe de estar fuera del grupo de los chingones con toda seguridad.

A "An" nadie lo quiso, es más, dicen que su madre se murió de una borrachera que se puso para festejar precisamente el nacimiento del crío, aunque mas bien estaba feliz por no tener que cargar ya con ese bulto. Desde que quedó huérfano, se lo llevaron a su abuela, o algo así, quien se hizo cargo de él hasta que salió huyendo en busca de su sueño. Ah!, porque déjenme decirles que ese An era un soñador. Yo diría que el mas grande soñador de la historia. Hasta quiso conquistar a los chinos con mole oaxaqueño… jajaja … Ahora que recuerdo tantas cosas sí me hace reír, y creo que le gusta escuchar mis carcajadas de cuando me acuerdo de tantas cosas y ocurrencias que tenia siempre en la cabeza. Bueno, espero que ahí donde esta ahora se escuche mi risa y todo lo que le platico. Aunque ya no debe de estar ahí abajo donde lo deje hace un mes… el debe de andar disfrutando de su sueño… Pero ya estamos adelantándonos mucho. Nuestra historia comienza hace 27 años.

An, un niño de 7 años, se la vivía entre los borrachos que le compraban el pulque a su abuela y los sopes y licuados que le ayudaba a vender en el mercado; pero tuvo la gracia de ir a la escuela, y para ese entonces, en 2º de primaria.

Nunca supo quien fue su papá y su abuela de cabula le puso Aniv. de la Rev., que, según contaba, ese día despertó con una cruda terrible, y aunque no entendía bien que hacia un crío ahí en su muladar, ese día le daba la bienvenida, el 20 de noviembre, Aniversario de la Revolución, pero como en el calendario donde se asomó para ver que santo le tocaba la niño solo decía Aniv. de la Rev., le pareció elegante y raro; tal vez pensó que le daría algún toque aristocrático. Y para sus amigos era An o Ani, como le decía yo.

Recuerdo que él mismo contaba que su abuela, cuando decidió ponerle ese nombre, lo primero que dijo fue:
- Haber si no te dicen Aníbal, pinche chamaco, ese fue el primer guey al que me le entregue.
Y no es que An lo recordara, sino que su abuela se lo repetía cada vez que la resaca le taladraba la cabeza.

Esa era Catalina, la abuela de An; una mujer regordeta, sin dientes...

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