viernes, 19 de diciembre de 2008

El último sueño

Era un típico día de invierno en México, y a pesar de que en la mañana el aire cortaba la piel al correr, al medio día el sol era inclemente. Yo había preparado algunos detalles para la reunión de la noche, cociné unas lonchas de lenguado rebozado y una cama de patatas azadas, sazonadas con perejil y un toque de azafrán. De entrada seguramente al final prepararía una ensalada, la reunión probablemente no sería prolongada. En punto de las nueve llegó. Ya lo había visto desde la ventana. Era una combinación graciosa mis ansias de verlo y su persistente cualidad de llegar siempre tarde. Sin embargo no bajé corriendo las escaleras para abrirle, preferí contemplarlo y hacerlo esperar, pero más movido por lo primero que por lo último… sucedió lo que esperaba… me descubrió en la ventana. Pienso que habría adivinado la ilusión en mis ojos, pero en la realidad el reflejo solo reveló mi silueta. Bajé rapidísimo, y me detuve antes de abrir… bueno, tampoco quería ser tan obvio, me giré hacia la cocina y revisé mentalmente que todo estuviera listo para cenar o beber algo antes de la cena. Luego de un profundo respiro, abrí. Ahí estaba, con su hermosa sonrisa y entornando los ojos.

Le extendí los brazos y se acercó. Normalmente los abrazos que doy son de los más normales, ya saben, un brazo por arriba del hombro y el otro por debajo, al igual que la persona abrazada debe de hacer para coincidir, pero con él siempre me salía el abrazarlo por el cuello, tal vez me gustaba que sus brazos, al no encontrar el ensamble habitual, me abrazara la cintura. Además, recargaba mi mejilla en la suya… sentía como su piel aún traía el frío que se recoge de andar en la calle, pero también su agrado al calor de la mía, que había recogido lo cálido de la cocina y de la ilusión. No sé cuanto tiempo pasó, pero él ya no se aferraba a mi cintura, así que entendía que era momento de separarnos, o más bien de vernos cercanamente a la cara… Oh!!! Estábamos tan cerca y sin saber qué decir!!! Finalmente no salió nada de nuestras bocas, y lo conduje hacia el interior de mi pequeña casa. Ahí se pudo quitar la chamarra, que para mi gusto era muy ligera, pero no quería empezar nuestra charla con la ragañina de siempre sobre su termostato descompuesto. Le pregunté si quería tomar algo, y me respondió que había venido principalmente para eso, para beber algo… -Ah!... o sea que yo estoy a un lado- Sabía que era broma, pero que siempre lo hacía. A final de cuentas no era un día normal, hoy se cumplían cuatro semanas de que había fabricado mi primera producción de cerveza, y le había invitado a la cata.

Nos conocíamos tanto, que todas las cosas hermosas que mentalmente preparaba en mis insomnes noches, las sentía tan extrañas para usarlas en este momento, así que fui a la bodega donde estaba reposando la cerveza, que debe de estar a 14º durante dos meses, y tome una botella que aún conservaba la etiqueta de su anterior brebaje, Dom Perignon. Además me tome la molestia, hace meses, de recolectar la cosecha 2000, que había sido excelente, como para reunir todas las cosas necesarias para que mi producción cervecera saliera también excelente. Subí muy despacio, para no agitar el preciado tesoro que traía entre manos, pero también porque me sentía confundido, no sabía porque siempre me pasaba lo mismo, me quedaba sin palabras.

Al entrar lo vi de espalda, tratando de encender mi reproductor de CD’s. Me detuve a mirarlo, a final de cuentas tenía algo de tiempo que no lo veía. En ese momento recordé las varias tardes que, cuando no se daba cuenta, lo observaba: sus gestos, su figura, todo. –¿Quieres oír algo?- -pues encontré un CD interesante: conoces a un tal Dvorak??- Y estuvimos escuchando uno de mis CD’s favoritos. Mucha risa me dio ver su rostro hacer la mueca de asombro al ver la botella que llevaba entre manos, pero inmediatamente lo tranquilice explicándole que a pesar de la envoltura tan fina, contenía el producto artesanal que yo mismo había hecho. Al instante me dijo que el contenido era lo importante, al final de cuentas la envoltura siempre se rompe o se arruga… mmm… eso se trataba de un halago?? Sí, siempre le salían halagos de ese tipo, muy sutiles pero muy tiernos. La coloqué en la mesa, y él se quedó contemplando el cuadro, no sabía si me observaba a mí o seguía impresionado por la botella, hasta que le pregunté. No sabía porque me incomodaba que me mirara, tal vez sólo quería confirmar sus halagos. Su boca dijo algo diferente a lo que decían sus ojos: -la botella está muy bonita- Era verdad, no me había percatado que tras 2 meses en la bodega se había formado una fina capa de polvo que le hacía verse de fotografía.

Fui a la cocina mientras le explicaba que la cerveza, para poder conservar su bouquet, debía escarcearse en copas mojadas con agua fría, y las preparaba mientras le decía esto. Al regresar a la sala no lo halle en el sillón donde lo había dejado, seguramente estaría en el baño, hasta que escuche su voz pronunciando algo que no entendía, pero adiviné que estaba curioseando en la biblioteca. Serví cuidadosamente la cerveza, y como había sido yo el fabricante y además era mi primera fabricación, me tenía que percatar de que cumpliera los estándares de calidad que yo estaba esperando. Ante su impaciencia elevo su voz con la misma palabra rara y ahora en tono de pregunta. En fin, me había hecho esperar una hora, no pasaría nada si lo hacía esperar un par de minutos. Tomé un CD de Ivri Lider, lo coloque en el aparato y con las dos copas fui a encontrarme con él en la biblioteca. Ahora estaba observando las fotos que estaban en algunas partes, repartidas entre libros. Me acerqué y le ofrecí la copa, la bebió y sin pensarlo dijo que estaba buena, entonces, yo con mayor indignación que confusión, no había probado mi copa, me hubiera gustado hacerlo con la satisfacción de que le gustara a mi invitado. En esos pensamientos estaba cuando dijo: -que dice esa inscripción de ahí?? No logro entender- Y al girarse tomo la copa de mi mano y se la bebió sin chistar: -de verdad está muy buena… tienes más?? Terminé trayendo una charola con la botella y un poco de botana que yo mismo había hecho con pequeños blinees de almendra que hornee. Jamás pensé que podrían combinar con la cerveza, pero resulto algo delicioso, y terminamos la botella en la biblioteca platicando un poco de mis viajes, y de la extraña inscripción que estaba en una fotografía que tenía en uno de esos marcos electrónicos en cuya memoria les caben algunas decenas de fotos y las van rolando constantemente.

–La inscripción, va a ser un secreto, la debes de recordar- -parece hebreo- -pues no… me indigna que uno de mis mejores alumnos me diga eso- Y era verdad, el había sido mi mejor alumno, no sabía si por el tanto tiempo que le dedicaba y todas las cosas o el amor con el que le enseñaba, que adelantaba por mucho a todos, a pesar de que siempre se sintió negado para las lenguas. –Esta bien, sólo que necesito más de tu deliciosa cerveza para poder recordar- -Bueno, creo más bien que vamos a cenar. Me ayudas a poner la mesa en lo que caliento todo?- El trabajo conjunto en la cocina fue increíblemente agradable, especialmente por él, que no puede hacer ese tipo de cosas, como que son ajenas a su naturaleza, pero eso lo hace sumamente encantador.

No se como estaba yo hablando de la cantidad de cosas que tenía pendientes y sobre todo un trabajo sobre la pedagogía en la semántica hebrea, que él escuchaba muy atento, en eso tocó la última canción del CD que había puesto anteriormente, una vieja canción que le había dedicado por msn hacía algún tiempo, cuando le declaré que lo amaba como por tercera vez. Se levantó y comenzó a tararearla. Extrañado, no podía creer que la recordara, sin embargo la había reproducido muchas veces después de mi dedicatoria, según me dijo. Pues era el momento apropiado para cenar. Toda la atmósfera se había conjugado para encerrarnos en el encanto de esa cena que había preparado con tanto esmero. Al final, tenía pensado ofrecerle de postre unas pequeñas tartas de fruta que le gustan mucho a mi madre, pero más cuando las preparo yo mismo con fruta fresca, sin embargo, creí necesario algo más fuerte que cortara el olor del pescado y de la cerveza. Preparé mi postre favorito, un pastel tibio de chocolate con un poco de jalea de menta. Al volver a la mesa para poner el postre me di cuenta de que llevábamos tres botellas de cerveza tamaño champagne en nuestro haber, sin embargo estábamos muy bien. También el chocolate ayudaría. Terminado fuimos a la sala y supuse que se iría pronto, pues ya pasaban de las once. Pero muy sorprendido me dijo que se quedaría a dormir. Le explique que lo invitaba a quedarse en mi habitación, y que yo me quedaría en otro lado, aunque el otro lado fuera el sillón de la sala. Muy tramposamente me dijo que estaba bien, que lo llevara a conocer el lugar.

Al llegar inmediatamente se tumbó sobre la cama, abrazó la almohada… -mmm… huele a ti- Es verdad, tenía que cambiar las sábanas, pero no lo permitió, luego me dijo que quería platicar otro rato más, y me invitó a tumbarme en la cama también. Yo pensé que estaba bromeando, pero me senté y como si se tratara de un luchador versado, me tumbó sobre la cama. Y ahí estábamos los dos mirando el techo con vigas de madera que tiene mi cuarto. Y me preguntó sobre el tema que quería que platicara. Yo lo pensé un poco, y elegí un tema que le encanta, me giré para quedar acostado lateralmente en dirección a él, y en ese momento se giró y quedamos frente a frente tan cercanos, que respirábamos el mismo aire, prácticamente en sus labios le dije: -háblame sobre Lévinas. Pensé que se iba a enfadar por pedir un tema filosófico en medio de una trama tan romántica, pero sin moverse, mirándome fijamente a los ojos comenzó a hablar tan cerca de mis labios, que casi se rozaban. No sabía lo que decía, sólo estaba concentrado en la sensación de sus labios tan cerca, pero hablaba del rostro, y de la misión hacia el otro y de las caricias. Me despertó de mi sueño la palma de su mano que estaba rozando mi cara, pero como un acto reflejo me estrellé en su labio inferior y sujeté su cabeza con mis manos. Sabía que estaba cometiendo una locura, pero toda mi vida había soñado con esto. Él por supuesto que se esperaba un beso, pero se quedó inmóvil porque, según confesó después, nunca lo habían besado de esa forma, una forma que enmudece.

Unos instantes después se encontraba tumbado encima de mí, besándome muy tiernamente, y yo a él, parecía que todo el universo girara en torno a nosotros en esos momentos y que el tiempo nos dispensaba de su carrera. De repente un relámpago: -así es esto??- Inmediatamente respondí que no, que así es como él se imagina que es. -¿Y cómo es entonces?- -¿De verdad quieres saberlo?- -De pocas cosas he estado tan seguro en mi vida- Y mirándolo fijamente a los ojos algo que pareció una eternidad, le pregunté: -¿me amas?- Y me respondió con un beso.