sábado, 24 de mayo de 2008

"Estoy infectado 2"

Hoy es el segundo día. No se levantó a desayunar, así que al terminar mi desayuno fui a verle. Toqué a su puerta y no escuche nada. Toqué más fuerte. Por un instante cruzó por mi mente la idea de que se había suicidado. Era posible si se tomaba todas las capsulas para los nervios que le habían dado. Pero escuché un leve murmullo.

Entre. Saludé con un poco de enfado: "¿Todavía en la cama?" Tal vez sea idiota, pero hago esfuerzos por tratar de que todo siga igual, de que no se sienta enfermo, ni de que piense que me estoy compadeciendo. Tampoco trato de que sienta que lo cuido demasiado o de que tengo asco de él, o que tengo miedo de infectarme. Creo que cuando recibes esa noticia te haces hipersensible, y muchas veces interpretas las cosas que no son de acuerdo a como te sientes.

Gracias a Dios me respondió igual: "Ay, no me joda tan temprano". Sabía que la guerra de este día sería más leve.

Tras mi invitación a desayunar, y su reiterada negación, baje por desayuno. Normalmente desayuna pan, así nomás, como el panadero lo trae al mundo, y café con leche. En esta ocasión le subí un sandwich, y le puse azucar al café con leche.

Despues de muchos ruegos, casi tras una hora, empezó a comer. Sabía que la batalla iba a estar de mi lado nuevamente. Después del primer trago de café y los regaños por el azucar, me alegré de que también él tratara de que su vida siguiera con algo de normalidad. Al menos en nuestras riñas y en una leve sonrisa por mis bromas. Pero a partir de ahí comenzó a hablar de sí.

"¿Qué voy a hacer?" Rápidamente le respondía: "Ahorita desayunar, limpiar el pulguero de cama que tiene, bañarse porque ya apesta, y ya... después veremos" Luego de eso... silencio.

Durante el día, al fin de cuentas cada quien tuvo sus actividades, pero ya no tuve que ir por él para que bajara a comer, ahí estaba él solito. Y ya en la tarde me fue a visitar para hablar de muchas cosas.

"Siento como si fuera a confesar que maté a alguien" No lo dije, sólo para mis adentros: "y en verdad mataste a alguien... te estas matando a ti mismo". Aún llora, pero ya no le veo, al menos se contiene, ya tiene algo de fuerzas para contener el llanto. Pocas veces se le llenaron sus ojos de lágrimas. Lo más triste fue durante la cena. Él en silencio, solo revolvía la comida y tenía los ojos humedos. Alguien le realizó una broma, como las que siempre nos gastamos entre compañeros y de las cuales él gozaba y respondía sin vacilar... Ahora no había nada.

Claro, todos lo notaron, solo que yo era el único que sabía por qué. Y él el único que sabía lo que estaba sintiendo.

Todo esto me esta enseñando muchas cosas. Creo que son tantas que nunca podré asimilarlas y aprender. Después de bañarme por la mañana, me miré al espejo e imaginé un letrero frente a mí que decía: "Vas a morir por maricón y te lo mereces" No sé si eso es lo más fuerte que pueda sentir mi amigo, o lo que realmente le este pasando por el corazón.

Durante la platica en mi habitación le pregunte que qué cosas eran las que estaba pensando, que me las dijera, que me mencionara tres: "Qué van a decir los demás, cómo va a ser mi vida dentro de un tiempo (cómo va a terminar, intuí pero ya no pregunté, era demasiado y el respeto ante todo), y la soledad... porque estoy preparado para vivir sólo, pero en otras condiciones... no enfermo"

Después de un buen rato de silencio, dije: "¿eso crees que es lo más importante?... me haz dicho puras cosas afectivas..." "Pues ¿qué más?... mi familia odia esta situación... mis hermanos son los más machistas... mi papá es el tipo más cerrado a cualquiera de estas cosas... y mi mamá... es el hombre de la casa"

Ahí comprendí que la lucha estaba de mi lado a medias, que no iba a ser tan fácil irle ganando terreno, pero había un avance con respecto al día anterior.

Yo frente al espejo, con ese cartel señalándome, me dije: "te estas muriendo"

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